Hígado

 

El hígado es el órgano sólido más grande del cuerpo humano. Recibe aproximadamente 1,5 litros de sangre por minuto e interviene en tres importante funciones vitales indispensables para nuestro organismo: la depuración, la síntesis y el almacenamiento.

En el hígado pueden aparecer distintos tipos de tumores. Algunos son benignos y otros malignos. Para el estudios de los tumores hepáticos es fundamental determinar si el tejido hepático es sano o se encuentra dañado (esteatohepatitis, cirrosis…). Entre los métodos fundamentales de estudio de las lesiones hepáticas tenemos la ecografía, el TC (tomografía computerizada) y  la RMN (resonancia magnética) abdominales.

 

Entre las lesiones hepáticas sólidas, las más frecuentes son:

  • Adenoma: se trata de un tumor benigno que suele presentarse en mujeres jóvenes, siendo un factor de riesgo el uso de anticonceptivos orales durante un largo periodo de tiempo. Deben intervenirse cuando son de gran tamaño por el riesgo de sangrado.
  • Hemangioma: es el tumor hepático más frecuente y es benigno. Generalmente se detectan de forma accidental cuando el paciente se somete a una ecografía o TC por otro motivo. Suelen ser asintomáticos y no requieren tratamiento quirúrgico.
  • Metástasis: son implantes tumorales procedentes de cánceres originados en otro órgano.  Es el tumor hepático maligno más frecuente. Aunque existen muchos tipos de cáncer que pueden causar metástasis hepáticas, los más frecuentes son los digestivos (colon, páncreas, estómago…). En función de su localización y características, las metástasis hepáticas asociadas a cáncer de colon son operables, pudiendo alargar la supervivencia del paciente.
  • Hepatocarcinoma: es el cáncer más frecuente asociado al hígado. En la mayoría de los pacientes aparecen sobre hígados cirróticos. Suele asociarse al virus de la hepatitis C y, menos frecuentemente, al B. Cualquier nódulo hepático localizado en un hígado cirrótico debe hacer sospechar un hepatocarcinoma hasta que no se demuestre lo contrario.
  • Otras: Hiperplasia nodular focal, colangiocarcinoma, hamartoma, angiosarcoma…

La cirugía hepática consiste en la extirpación (resección) del segmento hepático afectado siendo, en ocasiones, necesaria la resección de un lóbulo hepático completo. Actualmente se están realizando resecciones hepáticas asistidas por vía laparoscópica. Se trata de una técnica compleja que debe realizarse en centros con experiencia e infraestructura suficiente.

Los quistes hepáticos son lesiones llenas de líquido, las más frecuentes son:

  • Quiste hepático simple: son estructuras de pared imperceptible y llenas de líquido, que no comunican con la vía biliar. Su tamaño varía desde unos milímetros hasta gigantes. Pueden ser únicos o múltiples, y son más frecuente en las mujeres. Por lo general no causan síntomas y no requieren tratamiento. La cirugía está indicada cuando se complican (ruptura, hemorragia, compresión de órganos vecinos, dolor…). La cirugía laparoscópica es la más recomendada en estos casos y consiste en defenestrar los quistes (extirpación parcial de la cápsula).
  • Quiste hidatídico: Quistes producidos por las formas larvarias de un parásito (Echinoccocus granulosus) que habita en los perros y expulsa sus larvas enquistadas con las heces. Es la enfermedad parasitaria más frecuente en el hombre. Aunque generalmente anidan en el hígado, también puede afectar a otros órganos. Pueden ser únicos o múltiples. Los quistes hidatídicos deben operarse  si no presentan signos de estar muertos (calcificaciones) dado que pueden presentar complicaciones (rotura a vía biliar, o a cavidad abdominal). El tratamiento quirúrgico consiste en la extirpación completa del quiste (quistoperiquistectomía)